14 feb 2008

Sin salida

No quería hacerlo, pero no tenía elección. La situación, simplemente, había excedido los límites permisibles. Sabía que habría consecuencias, pero ahora no era el momento de pensar en eso. Era el momento de actuar.

Apuntó a su objetivo. Era un blanco fácil, menos de 50 metros, sin viento, prácticamente inmovil. No sería un problema, había hecho esto cientos de veces. Concentró toda su atención en su objetivo. Su imagen, la del perfecto cazador. Inmovil, impasible, paciente hasta encontrar el momento perfecto en que apretar el gatillo. Los límites de la percepción se comprimieron hasta formar una realidad en la que nada más que él, su arma y su presa existían.

Sentía el peso de la pistola, fria en su mano, dispuesta a ser utilizada. Tensó sus músculos, contuvo la respiración.

Disparó.

El proyectil salió impulsado con furia del cañón y describiendo una trayectoría ligeramente parabólica impactó contra su objetivo. Las paredes se llenaron de manchas grises. El tiempo se detuvo.

Un grito rompió el silencio, devolviendo al tiempo la libertad para moverse a su ritmo habitual.

- "¡Jo mamaaaa, Marcos me ha mojado porque he entrado en su cuartooo...!"

Se había hecho justicia.

2 comentarios:

Kineas dijo...

No me entero... ¿el líquido era ácido? ¿Hay fotos de la deformación resultante?

mu dijo...

Jaja, puto loco...