17 abr 2008

Síndrome

El síndrome de Eon fue identificado en 1897 por Robert E. Dennis tras observar el comportamiento de ciertos seres humanos en lo que se definió como "La prueba de verdad oculta", o "HTT" (acrónimo en inglés). La susodicha prueba consistía principalmente en situar a un número de personas (típicamente seis, dos de ellos "topos") en celdas contiguas, pero aisladas cada una ellas respecto al resto, de forma que si bien eran conscientes de la existencia de los demás, en ningún momento podían entablar comunicación (más allá de oir aquellos sonidos que se filtraban distorsionados por las paredes). En el suelo había dispuesta una pequeña malla por la que, a partir de un momento determinado, se hacía pasar una corriente eléctrica en pequeños intervalos (en absoluto dañina, simplemente molesta). En cuanto los sujetos comenzaban a quejarse se les indicaba que podían apretar un botón situado en la pared que detendría estas corrientes. Mediante la sincronización de los gritos de los topos se hacía creer a los sujetos que cada vez que ellos se quitaban su "ración" de electricidad ésta pasaba a algún otro "recluso". Los resultados que arrojaron las pruebas fueron, cuando menos, curiosos:

  • Un 28% dijo no ser consciente de que apretando el botón la corriente era pasada a algún compañero, si bien la mayor parte de éstos (un 68%) admitió haberlo pensado en algún momento.
  • Dentro del 72% que sí sabía (o creía saber) lo que sucedía, sólo un 12% se atrevió a preguntar que pasaba al apretar el botón. El 88% restante ignoró lo que pensaba, limitándose a pulsar el botón.

Esto hace un total de 91% de gente que no quiso creer/ignoró lo que sucedía.

A la luz de estos resultados, Dennis afirmó con rotundidad que "tendemos a ignorar toda aquella realidad que nos incomoda, ya sea de forma consciente, o inconsciente".

No obstante Edward Bludmann, al tiempo de oir las afirmaciones de su colega, dijo: "las pruebas realizadas no son ni mucho menos deterministas, y las respuestas obtenidas a los estímulos aplicados conducen más a la idea de la prioridad en la salvación propia, que al hecho de una ocultación automotivada de la realidad". Y si bien podría tener razón, y no es menos cierto que todo lo escrito hasta este punto no ha sido sino una pura patraña inventada por mi parte, no deja de ser cierto que, en muchas ocasiones, se elije una tranquilizadora mirada hacia otro lado, en vez de un vistazo cara a cara con la realidad.

Moraleja: si quieres preparar unas buenas lentejas, déjalas el día antes en remojo, para que se ablanden. Chimpúm.

3 comentarios:

Kineas dijo...

Inquietante...

No sé si recomendar tu entrada en un psiquiátrico o directamente fusilarte.

:D

PD: Autobombo: Se parece a mi historia chachi de hace unos meses, pero la mía era real.

La nuit dijo...

Tienes imaginación... Estoy pensando que, con tus habilidades, podrías trabajar en investigación en ciencias sociales ;p (y que conste que quien habla es antropóloga)

Quiero decir, que por muy complejos que podamos ser los seres humanos y por muy impredecibles que nos pintemos (lo cual también es cierto como seres racionales que somos), siempre hay un patrón de comportamiento más o menos generalizable y que puede hacerse extensible a todo un grupo social. El apartar la mirada de aquello que nos desagrada podría estar enmarcado en esta catalogación. No es más que un modo de defensa, un escudo, un salvavidas ante la desesperación. Ignorar o, al menos, no querer ver lo que ocurre es la estrategia que utilizamos muchas veces para poder seguir adelante con nuestras vidas, con nuestra realidad. No creo que sea tanto una forma de egoísmo, como una pequeño truco de supervivencia.

En cualquier caso, son situaciones extremas. Esas en las que hasta que no te ves en ellas no puedes saber realmente cómo llegarías a actuar.

Si no la has visto aún, te recomiendo la película "Los falsificadores". Hay una frase en ella que nunca olvidaré: "No van a conseguir que me sienta mezquino por haber logrado sobrevivir" ¿Hasta qué punto estaríamos dispuestos a llevarla a cabo?

InsertCoin dijo...

Totalmente de acuerdo en que es un asunto de supervivencia más que de egoismo. Pero creo que, siempre que sea posible, tenemos que intentar superar a nuestro instinto.

Ver aquellas verdades que nos ocultamos puede traer infelicidad, pero creo que también nos aporta más que vivir ignorantes, nos llena más.

Por supuesto, hay un límite. Obviamente no es tampoco buena idea estar en un continuo estado de depresión si eso es lo que obtenemos a cambio. Cada cual tiene una tolerancia, una resistencia, y en depencia de ésta, se podrá aguantar más o menos.

Muchas gracias por tu respuesta, me ha gustado mucho.

PD: si que he tardado en responder xD.

PD2: es cierto que se parece a tu historia, quizás la tenía en el subconsciente y de ahí ha salido. Y psiquiátrico, claro xD.