4 feb 2010

El

Mira a lo lejos. Tuerce un poco el gesto, como si estuviera concentrado en algo. Creo que intenta adoptar también un aire melancólico, como si de un personaje triste de alguna novela perdida se tratara. El tiempo le ayuda a crear esa imagen: la brisa fresca le agita la camiseta negra adornada con calaveras como de si una vieja bandera pirata se tratara, mientras el cielo plomizo, a juego con sus ojos de ceniza, le pone un marco de bisutería al cuadro final. Sí, muy melancólico él, hundido en pensamientos extraños que sólo él entiende.

Gilipolleces, la verdad.

Creo que mira con el entrecejo fruncido al frente porque no sabe como coño hacerse el interesante, así que imita la típica pose salida de cualquier película cutre de sobremesa. El pobre héroe atormentado. El pobre perdedor que no hace sino auto compadecerse, más bien. En cualquier momento emitirá un -molesto- ruidito que marcará el fin de la foto, para a continuación decir cualquier subnormalidad con ínfulas de perla de sabiduría. Esperad, esperad, ahí viene.

-Tsk. Después de todo, hemos perdido el norte.

¡Bien por el nuevo maestro de la sabiduría! ¡Gracias por iluminarnos! Al menos, no has tardado demasiado en regalarnos esta nueva pieza clave de la filosofía. Un consuelo.

-Vámonos. Me siento mejor.
-Cuando estés listo, joder, cuando estés listo.

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